La gestión de la variante Ómicron ha trastornado la celebración de la Navidad 2021. Un evento, el nacimiento de Cristo, que ha marcado la historia de Occidente, y que tiñe de colorido, reflexión y emotiva solidaridad el mes de diciembre.
Sobre su significado religioso y existencial, así como de sus repercusiones humanitarias, hemos leído en estas páginas artículos de gran calado, tanto de Juan Santaella como de Miguel J. Carrascosa, de Manuel Martín García y de otros ilustres colaboradores. Pero, desde hace algún tiempo, hemos visto a personas o «grupos ideológicos» tratando de dinamitar la Navidad, bajo la bandera del ateísmo, del feminismo, del laicismo, del respeto a los diferentes… De ahí la supresión de fiestas navideñas o belenes en colegios e institutos públicos, en los portales de muchos bloques, en centros oficiales… La sustitución de «Reyes» por «Reinas» en las cabalgatas, el cambio de «Feliz Navidad» por «Felices Fiestas», por «Feliz Solsticio», o la dispersión del belén en figuras luminosas en las calles adyacentes a la Plaza Sant Jaume buscan el ese mismo objetivo.
Es cierto que el mensaje cristiano se ha visto históricamente envuelto en una parafernalia portentosa, porque el ser humano necesita de signos y símbolos para la comprensión de muchas realidades; entre otras, del hecho religioso. Esto se plasma en la celebración de la Misa gregoriana, en las procesiones de Semana Santa o en la festividad navideña.
El mensaje cristiano es fuente de salvación, de cultura y de riqueza. Dejando la salvación como opcional, el cristianismo ha generado un tesoro incalculable en arquitectura, escultura, literatura, pintura, música… Tesoro despreciado sólo por los «nuevos ilustrados progres», para quienes la inversión en ese patrimonio hubiera sacado al pueblo de la pobreza, si se hubiese empleado en infraestructuras o industria. Juzgan el pasado desde parámetros no aptos para ello. Y así nos va. Pero muchos edificios religiosos ¿no los tenemos ya al servicio del poder civil? ¿Quién ha creado las primeras Universidades, los primeros hospitales, los primeros hospicios? Ese patrimonio genera, además, un importante caudal de riqueza a través del turismo en todo Occidente. Y no digamos la Navidad, con su gastronomía, industria del juguete, del textil, del perfume… O la Semana Santa y las fiestas patronales.
No cabe duda de que, a pesar de la crisis religiosa, de los ataques de grupos varios, la Navidad sobrevivirá a las adversidades, porque fundamenta la vida y salvación de los creyentes, siembra ilusiones en los niños, ablanda los corazones encallecidos, sumerge en un mar de nostalgias a los adultos y envuelve en su folclore y rituales a gente de todas las edades y de todos los estratos sociales. Y nos felicitaremos y nos felicitarán las Instituciones, los gobernantes, los partidos políticos, los sindicatos, y hasta las empresas funerarias… Todos nos desearán y todos nos desearemos FELIZ NAVIDAD Y PRÓSPERO AÑO NUEVO.
Publicado en IDEAL de Granada el martes 28 de diciembre de 2021