Nihil Obstat

              La Orden PCM/1030/20  de 30 de octubre, por la que se publica el procedimiento para actuar contra la desinformación, ha sido tema de comentario y crítica durante unos días. Su redacción farragosa deja las manos libres al Gobierno en muchos puntos de su articulado. No se habla explícitamente de sanciones, sino de “respuesta a nivel político”, “decisión sobre su elevación” (expresión ambigua) o de campaña de “información pública” contra la desinformación. La ambigüedad deja las manos libres al ejecutivo.

              Hace unos días, personalidades de un amplio espectro cultural francés firmaban un documento contra la “Ley de seguridad global” que se discute en la Asamblea, a la vez que los Sindicatos de Prensa, La Liga de Derechos Humanos y otras asociaciones se manifestaban en las principales ciudades del país, convencidos de que con esa ley “el Estado de derecho se convierte en Estado policial”. Con pancartas donde se leía: “La democracia muere en la obscuridad”, “El Gran Hermano te está mirando”, “Libertad, libertad…” En la Ley francesa se habla de prisión y multas a los infractores.

              La  Orden pretende  restablecer el “Nihil Obstat” del nacional-catolicismo, que un Censor otorgaba a toda  publicación, testificando que no atentaba contra la moral, el Estado ni  la Iglesia. El Obispo daba su autorización con el imprimatur.  Hasta mi viejo amigo, el diccionario latino Spes, goza de tales bendiciones. Ofrece también coincidencias con  la Ley de Prensa e Imprenta (1966), de Fraga, que, según el historiador Luis Suárez, buscaba “armonizar la libertad de expresión con una subordinación a principios inalterables de la moral y el servicio a la verdad”.

¿Llegaremos a la censura, secuestro, o cierre de medios de comunicación como en la República y en la Dictadura? Con aquellas formas, no. Pero el nuevo TOP (Tribunal de Orden Público), Ministerio de la verdad, dispone de tentáculos digitales más amplios y sutiles que el Ministerio de la Gobernación franquista, cuando secuestraba publicaciones como Triunfo,  Gran Hermano o viñetas de Martínmorales. En Cataluña hemos visto el acoso a los medios que no luchan por “la causa”. Del mismo modo, el Gobierno  cierra el grifo de las subvenciones a los “medios” que no están al servicio del “progreso”. Pero, ¿quién detenta la verdad? En toda religión aparece un salvador que dice ser “camino, verdad…”

Publicado en IDEAL de Granada el miércoles 3 de diciembre de 2020

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