Lola, mujer inquieta, estudiante desgarbada, porte feminista, vocación de futuro, insatisfacción de pasado, vive un presente dinámico, en perenne reciclaje por cursillos, conferencias y exposiciones. Escritora, ex-guionista del Loco de la Colina, esposa estable, madre progre. Sigue de cerca el desarrollo psicológico e intelectual de su prole.
Detesta su pasado, cargado de frustraciones y traumas, de ilusiones marchitas, de vida no vivida… De vez en cuando bucea en el magma de su Ello, buscando iluminar unos sentimientos, unos comportamientos que parecen singularizarla en un entorno social configurado por patrones sociales estandarizados.
Lola no mira hacia atrás con morbo, con deleite masoquista. Su pasado es tenebroso, arquetipo de una generación que rompió moldes en un proceso de concientización y liberación. Pero sí está marcada por un rictus de tristeza, de insatisfacción por un tiempo que perdió. Con frecuencia ella viaja, desde la urdimbre del presente, al pasado, para regresar de él con luz clarificadora.
Hoy es feliz. Le han regalado una bolaera. Nunca pudo tenerla. Ilusión de infancia, expuesta a la multicolor caricia del viento, y que ahora comparte gozosa con sus hijos.
Pepe Correa
(Publicado en DIARIO DE GRANADA, el día 19 de Agosto de 1984)