Disciplina

¡DISCIPLINA!

Mi mente se desliza cansinamente sobre un interminable paquete de exámenes. Grafías indescifrables y contenidos sorprendentes me infligen la insufrible mortificación de un viacrucis. Intermitentemente voy quebrando el silencio de la noche con la emisión espontánea de un taco. Es una especie de desagravio a Juan Ramón Jiménez. La ignorancia alevosa que los alumnos tienen del dios de Moguer, las herejías  que profieren contra su poesía, despiertan  en mí un sentimiento de mordaz acritud.

Mientras el sanguinario rotulador revolotea por las irrelevantes líneas, una voz de cristal, procedente del dormitorio, alcanza mis ausentes tímpanos:

  • ¡Papaíto, ven!

Me resisto a dar autenticidad al mensaje. No sé si por las interferencias sacrílegas que recibo de los exámenes o por el camino que ha recorrido el tierno susurro… Pero lo cierto es que dudo de su autenticidad. Quizás me moleste levantarme…

-¿Qué quieres?, ¡hijo!  -contesto con suavidad, para no herir el sueño de la noche.

– Ven.

Dejo la cuarta respuesta de un examen y me acerco sigilosamente al cabezal de la cama. El golpe seco y rítmico de unos tacones baja del piso superior. En la cabeza de Miguel acaba de cristalizar una de sus singulares interrogantes. Guardo  unos segundos de silencio y espero su palabra.

-Papá, ¿por qué los niños no tienen disciplina en tu Instituto? Se quedan en la puerta y no entran a clase. Yo quiero un Instituto donde haya disciplina y en donde no haya droga ni fumen.

Mis ideas han sufrido una especie de parálisis. Una nube de humedad se desliza por mis ojos. Un súbito e inesperado seísmo sacude mi corazón.

-Sí, hijo. Yo te buscaré un Instituto con disciplina. Duérmete.

Seis años faltan para cumplir el lacónico pacto. Salgo del dormitorio. Camino hacia el sillón. Aguardan los exámenes. Mis piernas, más pesadas, alcanzan con dificultad su meta.

Juan Ramón suplica nuevas jaculatorias de desagravio. Y tú, hijo mío, sigues soñando con unas calles más limpias  y con un Instituto más sano. ¡Yo, también! También yo sueño contigo. Soñemos juntos…

Almería, 15 de Mayo de 1989

Comentarios de Facebook:

Deja una respuesta