Desde la entrada en vigor de la Lomce, Ley Orgánica para la mejora de la calidad educativa, se han multiplicado las críticas, desde todos los sectores, a la mayoría de los contenidos. Y, principalmente, al recorte de las humanidades. El Sr. Calatayud decía a Carlos Morán en Ideal que “cuantas menos humanidades, menos humanos”.
Centrándonos en la materia de Filosofía, diremos que es cierto que la Lomce hace desaparecer prácticamente la Filosofía del currículum de la Educación no Universitaria. Ha reducido sus contenidos sustancialmente: ya sólo es obligatoria en 1º de Bachillerato, por lo que desaparece de la Selectividad. Pero, para los conocedores del tema, la Filosofía a la que acaba de dar sepultura la nueva Ley, llevaba ya bastantes años en la UCI. Estaba ya como alternativa a la Historia de España en Selectividad. Con lo que la mayoría de los alumnos optan por la Historia. Y, ante esa situación, las distintas Comunidades habían reducido el temario a su mínima expresión: dos bloques de tres, cuatro o cinco filósofos cada uno. Y una prueba a elegir entre un autor de un bloque u otro. De ahí que unos digan que eligen Historia porque la “Filosofía es un coñazo”. Y otros, que la “Filosofía se prepara en una noche”.
Pero, volviendo al núcleo de nuestra pregunta, vamos a dar unas pinceladas para poner de relieve la importancia del conocimiento de la Historia de la Filosofía en la formación de una persona. Con el estudio, por ejemplo, de las Ideas de Platón podremos comprender en su justa medida la teoría del cuerpo y el alma, mortal e inmortal, y su vigencia en nuestra cultura. La doctrina antiabortista hunde sus raíces en la concepción de un “alma eterna” que vivirá en un cuerpo para purificar sus pecados y volver al Cielo. Si desde el momento de la concepción se acepta el alma, como esencia de la persona, con el aborto se comete un homicidio más cruel que asesinando a un adulto, porque es inocente e indefensa. Cosa muy contraria pensará quien fundamente el concepto de esencia en la filosofía existencialista. Para la que la esencia humana no precede a la existencia. El hombre no nace, se hace, dirá Sartre: se hace en sociedad, obrando con libertad y conforme a pautas humanas. Pero, cuando se ha debatido el tema del aborto, nunca han echado mano de la filosofía que subyace en la concepción del ser humano. Y, si en la visión del comienzo de la vida humana encontramos la filosofía platónica, no lo está menos en la cultura funeraria, donde los ritos tradicionales se basan en la libración de un alma inmortal del cuerpo corrupto. Si queremos seguir con Platón nos vamos a la poesía renacentista, que destila amor platónico por todas sus páginas; amor idealizado y purificador.
Si nos fijamos en Hegel, en su Filosofía del espíritu, al hablar del Espíritu objetivo, que se realiza en el Derecho, la Moralidad y la Ética, que se acredita en la familia, la sociedad y el Estado, tomaremos conciencia de la trascendencia del pensamiento hegeliano en los movimientos de independencia del siglo XIX. Para Hegel, la historia no consiste en la narración de historias y muertes, guerras y tratados de paz, sino que es historia de ideas. Toda historia es únicamente historia del Estado. Un pueblo sin estado no tendría historia. En la historia camina el espíritu universal a través del tiempo. Se sirve de los genios de los pueblos y de los hombres valerosos, pero echa también mano de la cobardía y mentira de los hombres para lograr sus fines. Una vez que los hombres han cumplido su misión, se les tira a la basura para que otros hombres cojan la antorcha. ¿Admitiría Cataluña una lectura también desde esta óptica? ¿Estaría Mas entre los hombres valerosos o los cobardes?
IDEAL, 12 de Enero de 2016