La historia de Occidente cuenta con grandes pensadores que han sido los guías o los intérpretes del sentir de la sociedad. Desde Sócrates a Nietzsche o Marx, pasando por Platón, Aristóteles, Santo Tomás, Descartes, Hume y Kant, entre otros, encontramos diferentes cosmovisiones que incluyen a la naturaleza, al hombre y a la transcendencia; a la sociedad, al conocimiento, a la ética…
La década de los sesenta, del siglo pasado, vivió la eclosión de una pléyade de intelectuales que, al igual que en la Ilustración, abrieron las puertas a un nuevo sentir y vivir, cuyas consecuencias fueron los movimientos pacifistas, ecologistas, homosexuales, el cuestionamiento de la autoridad, la liberación de la sexualidad… Aunque se mueven en corrientes como el marxismo, el existencialismo o el estructuralismo, para Ferrater Mora, a todos los une el humanismo. Baste recordar a Sartre, Simone de Beauvoir, Marcuse, Habermas, Fromm, Lacan, Paulo Freire, Martin Luther King, Che Guevara…, y la repercusión que tuvieron en la Primavera de Praga, el mayo del 68, los movimientos universitarios de todas las naciones, las revoluciones armadas de Sudamérica…
En el siglo XXI carecemos de liderazgos sólidos que aglutinen a amplios sectores de la sociedad, y que conformen un estilo vida, una ética, una política de consenso. Es cierto que en el mundo académico, hay profesores que nos ofrecen análisis interesantes de la sociedad, de la economía y de la política contemporáneas. El filósofo surcoreano Byung-Chul Han, con su formación germana y sensibilidad oriental, nos disecciona, en distintos libros, la sociedad y el hombre actual: depresión, hiperactividad, atomización social, exceso de información y falta de saber, la necesidad del silencio, la crítica a la digitalización y a la inteligencia artificial… «En la comunicación analógica tenemos por lo general un destinatario concreto, un interlocutor personal. La comunicación digital, por el contrario, propicia una comunicación expansiva y despersonalizada que no precisa interlocutor personal, mirada ni voz», escribe en la “La expulsión de lo distinto”. Y, en “No-cosas”, podemos leer: «Plataformas como Facebook o Google son los nuevos señores feudales. Incansables, labramos sus tierras y producimos datos valiosos, de los que ellos luego sacan provecho. Nos sentimos libres, pero estamos completamente explotados, vigilados y controlados. En un sistema que explota la libertad, no se crea ninguna resistencia».
Los lectores de Han, de José Antonio Marina, de David Innerarity, de Javier Gomá… nos sentimos interpelados, pero incapaces de romper las cadenas con las que el capitalismo liberal y la sociedad digital nos esclavizan. Stephane Hessel, ese alemán nacionalizado francés, al que hizo prisionero la Gestapo, y pasó por distintos campos de concentración, fue el último, con su pensamiento, su vida y su folleto «Indignez-vous», en movilizar a las masas, como en el «15 M», contra la dictadura de los mercados, el trato a los inmigrantes, la “casta”, la corrupción… Movilizaciones que se disolvieron en cuanto sus dirigentes pisaron la alfombra del poder y llegaron a disfrutar de los privilegios económicos y legales de la «casta». ¡Vivan las caenas!
Publicado en IDEAL de Granada el martes 4 de junio de 2024