Preguntar, cuestionar, está en la base del progreso, de la humanización. La reflexión genera preguntas y éstas nos obligan a dar respuestas, a buscar soluciones a los problemas. Filósofos y científicos han tratado de responder a los grandes interrogantes que han inquietado al espíritu humano. La complejidad del mundo actual ha multiplicado los campos de investigación y el abanico de soluciones.
Este verano en el que la sangría de asesinatos machistas se ha intensificado, como comentaba Ideal en un editorial del pasado día diez, nos obliga a plantearnos de nuevo el porqué. ¿Por qué un presupuesto de 160 millones de euros no logra reducir esta lacra? ¿Se está gestionando correctamente este dinero? ¿Qué responsabilidad corresponde a la política? ¿Es ajena la sociedad a tamaña barbarie?
Al margen de ideologías y posturas políticas, cualquier empresa seria trabajaría sobre el estrato social de los implicados, edad, nacionalidad, región, psicología… Detectando los motivos reales, los estándares que se dan en estas patologías, se podrá adoptar medidas que reduzcan tanta tragedia.
En «La familia de Pascual Duarte», de Cela, el protagonista ejerce la violencia de género, violencia familiar, violencia social, violencia animal… Pascual es realiza múltiples asesinatos: mata a su mujer, por infiel, y al amante de la misma; al conde de Torremejía, como representante de la opresión social; a su madre, de la que no soportaba el desprecio; mata a la perra, porque lo miraba con malos ojos; apuñala a la mula, cuando tira a su mujer…
Gonzalo Sobejano, analista de la obra, comenta que el protagonista es «víctima de su familia carnal y de su familia social»; de «una sociedad que pone a prueba la condición humana». Una colectividad que revela la presencia de una crisis y la urgencia de una solución.
Aunque a mediados del siglo pasado no se habla de «algoritmos» en el comportamiento humano, Pascual reflexiona en la cárcel sobre su comportamiento. Y se cree víctima psicológica: «Se mata sin pensar, bien probado lo tengo; a veces sin querer». Cuando el odio incuba en la persona, ya no es posible volver atrás: «no, no es posible».
Hace mucho tiempo que esta novela, encuadrada dentro del «realismo existencial» de la postguerra, me sirve de paradigma para pensar sobre la creciente criminalidad que nos impacta. Y creo que el problema no se está abordando con la metodología apropiada. Aunque cada caso representa una monstruosidad particular, única, debe ahondarse en las características del criminal y de la víctima, de los entornos familiares, sociales y culturales de ambos, y que sean especialistas los que elabores los informes para que los políticos adopten las medidas pertinentes. Pero no será así.
Publicado en IDEAL de Granada el martes 22 de agosto de 2023