Todo está en los libros

            A finales del siglo pasado y principios de éste, Sánchez Dragó presentaba en TVE un programa titulado, primero, «Biblioteca Nacional» y, a partir de 1997, «Negro sobre Blanco». Espacio que abría con una canción de cabecera, titulada «Todo está en los libros».

            Las recientes elecciones autonómicas y municipales han producido un maremoto político en Comunidades y Ayuntamientos, que ha sido contemplado desde la óptica de pérdida del trabajo para miles de concejales, diputados y asesores. En el prólogo a la obra de Pérez Galdós, «Miau», el crítico literario Ricardo Gullón escribe: «La subida al poder de un partido implicaba la incorporación al presupuesto de sus amigos y paniaguados con el correlativo alejamiento del comedero de los beneficiarios de la situación política anterior. Que un funcionario fuese probo, competente y cumplidor de su deber no bastaba para eximirle de la ley general». De esta circunstancia es víctima el protagonista, Ramón Villaamil, quien, antes de suicidarse, comenta: «Ventura, las influencias lo pueden todo: absolver a los delincuentes, y aun premiarlos, mientras los leales perecen». Hace siglo y medio, Galdós denunciaba lo que ha sido el comportamiento del Gobierno con los condenados catalanes o con Pérez de los Cobos.

            Si damos un salto a Algeciras, vemos que el presidente de la Autoridad Portuaria es Gerardo Landaluce, hermano del alcalde. Y, sin movernos de la costa granadina, cuando el PSOE detentaba el poder de la Comunidad, dos destacados militantes disfrutaron del cargo en el puerto: Díaz Sol y Álvarez de la Chica. Ahora lo gestiona un afiliado del PP, García Fuentes. Direcciones (hoy llamadas CEO) que deberían detentar personas cualificadas, mientras obtengan resultados positivos, como en cualquier empresa, sin atender a siglas de partidos políticos. Paradores, Correos, Telefónica, Enagás, REE… acogen con sueldos desorbitados a políticos excedentes, que no han brillado por su trabajo, sino por la fidelidad al «jefe». Como expresa D. Ramón, «francamente, esto da asco, y yo no sé cómo todos ustedes no hacen dimisión y dejan solo al Ministro y al Jefe de personal, a ver cómo se desenvuelven». Pero no. Nadie quiere soltar el chollo. Ahí están las que se han caído de Sumar: el grito en el cielo, a pesar de que van a cobrar, durante dos años, una ayuda de unos  siete mil euros mensuales…

            El mundo de la burocracia y de la arbitrariedad que se denuncia en Miau, sigue hoymuy vivo. Porque la noria del pensamiento, de la política, parodiando a Machado, sigue girando con los cangilones llenos de ambiciones y egoísmo. Todo está en los libros.

Publicado en IDEAL de Granada el sábado 24 de junio de 2023

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