El alcalde de Cádiz, Kichi, ha modificado el capítulo 13 de la Ordenanza Municipal, eliminando “cualquier límite al nudismo en las payas de Cádiz”. “El atuendo o su ausencia, en este caso, dejará de ser un criterio de admisión en las playas de la ciudad”.
Esta liberadora decisión me trae a la mente a dos ilustres pensadores: Freud y Marcuse. Para del creador del psicoanálisis, el precio de la civilización es la pérdida de la libertad, la gratificación al mínimo de la vida instintiva. La historia de la humanidad es la historia de su represión, y la cultura es el resultado del metódico sacrificio de la libido. Por consiguiente, «la felicidad no es un valor cultural», sino todo lo contrario.
Si los gaditanos liberan el ELLO de todo el arsenal libidinoso que venían sublimando en el arte, la cultura, las «chirigotas»…,¿qué será de los carnavales? No sabemos si José María González es consciente de que puede estar firmando la muerte de un espectáculo musical, poético y teatral de valor universal. O sí. Porque se viene comportando como el «ángel exterminador» de todo vestigio cultural de derechas. El espíritu de Marx se está implantando en la bahía gaditana: el profesor de historia, regente del Consistorio, y su compañera, licenciada en cultura clásica, tratan de imponer el «realismo socialista» de Stalin, para, desde la ideología, cambiar una sociedad forjada con el sedimento de múltiples culturas.
El filósofo norteamericano, Herbert Marcuse, autor de “Eros y Civilización”, “El marxismo soviético” o “El hombre unidimensional”, cree que es posible una liberación de la «represión sobrante», y la instauración de un nuevo principio de realidad identificado con el principio de placer, en el que todas las necesidades instintivas puedan ser satisfechas; en el que la existencia humana pueda ser erotizada en todas sus partes y en todos sus tiempos.
No creo que Marcuse sea el maestro que inspire con sus teorías freudiano-marxistas al regente gaditano. Pues van orientadas más a la supresión de la alienación en el trabajo que a la exposición narcisista de nuestro cuerpo, para la que una gran mayoría no ofreceríamos ya suficientes atractivos. Si alguna decisión judicial» no invalida el acuerdo, las playas de La Caleta, La Victoria, Santa María del Mar o la Cortadura pueden convertirse en el nuevo motor turístico de Cádiz. Playas en las que desemboquen los ríos desbordados de muchas represiones sexuales, en lo que no dejaría de ser una forma de descarga sublimadora de deseos frustrados.
Publicado en IDEAL de Granada el jueves 21 de abril de 2022