Violencia imparable

La llamada «violencia de género» continúa haciendo estragos. Ya se contabilizan 25 mujeres asesinadas por sus parejas o exparejas durante el presente año. Estadística que apunta a superar las 45 víctimas de 2020. Y da la impresión de que tanto la pandemia como el permanente fluir de decisiones políticas y judiciales controvertidas arrojan una cortina de humo sobre muertes que movilizaban rápidamente a los medios de comunicación y a los sectores más concienciados del país. Incluso el Ministerio de Igualdad, con su amplia red de instituciones creadas para la defensa de la mujer, parece no reaccionar en todos los casos con la misma contundencia.

La maldad del ser humano y su instrumento para ejecutarla, que es la violencia, superan ampliamente a la violencia animal. Que se dote a este Ministerio de 521 millones de euros, de los que 48 van destinados a combatir la violencia de género, no significa que estén dando grandes resultados. Y a los hechos nos remitimos. Los gastos del presupuesto, como en cualquier empresa, deben ser analizados en función de los logros alcanzados, para así corregir y modificar lo que sea necesario.

Por los datos recibidos, las víctimas se encuentran principalmente entre los 30 y 55 años. Pero habrá que tener en cuenta el nivel sociocultural, económico y psicológico de los criminales y de las asesinadas, y si puede haber de fondo diversas patologías. Como las hay en los numerosos casos de monitores y profesores, que están apareciendo, de abuso a menores.

La vieja teoría platónica de que conocer el bien arrastra a su ejecución se encuentra muy superada. Aunque sin conocimiento del bien difícilmente podrá llevarse a cabo. Por ello, las campañas informativas en colegios y centros municipales son loables. Pero las principales ventanas por donde entran los aires perversos son las redes sociales; ventanas que carecen de «pestillos» para cerrarlas. Sólo los hábitos, controlando o desarrollando los sentimientos, crean estructuras de comportamiento éticamente positivo o negativo. La educación y el control de los sentimientos es un proceso interminable y personal de cada uno.

Por este motivo hay que aceptar la política de acogida y de apoyo a las personas que sufren cualquier tipo de agresión. Pero la realidad en mucho más compleja. Y una orden de alejamiento, como vemos, no sirve para impedir los crímenes de estas alimañas que ponen, muchas veces, fin a su vida, tras asesinar a la persona odiada. ¡Qué bueno sería que cambiaran el orden…! Y que el Ministerio invirtiera menos dinero en chiringuitos, publicidad insustancial, cartelería de mal gusto y charlas da baja estopa… para colocarlo en «lugares» de mayor rentabilidad.

Publicado en IDEAL de Granada el jueves 22 de julio de 2021

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