Si «la cara es el espejo del alma», con la mascarilla han creado un alma colectiva, unos seres indiferenciados, que intentan emerger del piélago de la masificación con el lenguaje no verbal de la mirada. La mirada, como escribió Bécquer en la Rima XXIII, es cautivadora: «por una mirada, un mundo». Pero la mascarilla secuestra la sonrisa y vela la dulzura de los labios, como escribe el poeta sevillano: «por una sonrisa, un cielo; / por un beso… ¡Yo no sé / qué te diera por un beso!».
La máscara, que se empleaba en el culto a Dionisos, y se generalizó, en la tragedia griega, con Esquilo, Sófocles y Eurípides, representaba a los distintos personajes sobre el escenario. Función que ha seguido cumpliendo en el teatro y en el cine. En los carnavales, el vulgo se ha disfrazado, también, ocultando su físico para provocar hilaridad o para no ser identificado en sus desmadres. Se ha utilizado, además, como defensa en espacios contaminados y de riesgo para la salud.
En la situación actual, el uso obligatorio y generalizado de la mascarilla ha convertido a la sociedad en un universo de ciudadanos en busca de personaje en «el gran teatro del mundo». Nos saludan por la calle o en el supermercado, y desconocemos al paisano que se esconde bajo la gorra y el disfraz quirúrgico. Además de la competición que se ha entablado por la calidad (“más-carillas o más-baratillas”) y de los diseños de marca, de lo que ya se ha tratado en este periódico, hay que tener en cuenta que la mascarilla se está convirtiendo en la expresión del subconsciente de muchas personas.
En este gran teatro, cada actor va a intentar un diseño de la «careta» que represente su ser ideal, su visión del mundo o que oculte su personalidad y sus frustraciones. Del mismo modo que clasificamos ideológicamente a las personas por la prensa que leen, la radio que escuchan o la televisión que ven, por la mascarilla pronto sabremos el papel que cada cual quiere representar en esta gran comedia, que, para muchos se puede convertir en tragedia por el virus, el aislamiento, el paro o el cerco invisible de la muerte…
Publicado en IDEAL DE GRANADA el miércoles 19 de agosto de 2020