Byung- Chul Han, en La expulsión de lo distinto, nos invita a la reflexión sobre temas de permanente actualidad, que en estos momentos cobran especial relieve en nuestro país: inmigración, xenofobia, nacionalismos, violencia, terrorismo, depresión… Temas que aborda desde un punto de vista original en este ensayo filosófico: la supresión de lo diferente, en aras de una uniformidad que se convierte en vivero de múltiples patologías sociales y personales.
Tras celebrar la llegada del pluralismo político al parlamento nacional y a los parlamentos autonómicos, porque la diversidad iba a tener voz y voto en los hemiciclos, nos encontramos con que ahora se pretende silenciar la voz del diferente, exigiéndole la abstención en las investiduras y sumisión al programa de los candidatos. En el hemiciclo se les coloca en lugares poco visibles, para que no contaminen la pulcritud de la cámara y para restarles publicidad televisiva. Eliminación de lo distinto que es constitutiva del integrismo.
La xenofobia muestra múltiples tentáculos en nuestros días. No sólo lanza sus dardos sobre los inmigrantes, sino que repele y demoniza a quienes no pertenecen al mismo partido, a la misma ideología o sensibilidad. Lo que genera violencia social y autodestrucción, como vemos en Cataluña y en los diferentes escraches a que son sometidos los diferentes. La constitución de los nuevos parlamentos es también una muestra evidente de este hecho: el sarcástico compromiso de nuestros representantes con sus votantes paraliza la política. Entendiendo «compromiso», con T.V. Smith, «en su peor acepción, es decir, como chalaneo o regateo para ver lo que cada partido, cada grupo, puede “sacar”», en cita de Aranguren. Más que «pactos» buscan «pastos». De ahí los «cordones sanitarios», con la profunda y escalofriante carga semántica de desprecio que denotan y connotan. Y el tautológico «no es no», ignorante de las definiciones lógicas y de los principios básicos de la oratoria.
El nacionalismo que flanquea a nuestro país por el norte y nordeste exhibe cada vez con más firmeza su ADN excluyente. «El nacionalismo que hoy vuelve a despertar, la nueva derecha o el movimiento identitario son asimismo reacciones reflejas al dominio de lo global. Por eso no es casualidad que los seguidores de la nueva derecha no sólo sean xenófobos, sino también críticos del capitalismo», escribe Han. Cuando en Amer (Gerona) un vecino limpia con lejía la plaza donde se habían concentrado representantes y simpatizantes de Ciudadanos, ¿no debemos hablar de xenofobia? Cuando en Rentería representantes de Sortu utilizan FAIRY para erradicar la «suciedad» que había dejado la presencia de PP, Cs y Vox en sus calles, ¿no es expresión de odio y de xenofobia? La «gente de paz» lo ve como respuesta a una “provocación”.
El reciente comportamiento de miembros del movimiento LGTBI, en Madrid, contra representantes de Ciudadanos sería otro ataque a lo diferente, otra expresión de xenofobia. La homosexualidad es una realidad transversal en nuestra sociedad, legal y plenamente aceptada. Esto no impide que existan distintos modos de verla, de analizarla y hasta comportamientos punibles con respecto a ella: residuos de una cultura que no ha sido totalmente superada. Pero, del mismo modo que condenamos al maltratado que se vuelve maltratador por imitación o como respuesta a la represión que ha soportado, tampoco justificamos la exclusión y el maltrato a los «diferentes» que, por el motivo que sea, se unen a la «Fiesta de Orgullo Gay». La sexualidad humana ha evolucionado de una etapa animal a una compleja cultura de relaciones interpersonales, en la que conviven variadas «praxis». No todas éticamente válidas. La ley debe perseguir a las que degradan al ser humano, pero debe respetar a las que libremente asumen los adultos.
Impulsemos, por tanto, la cultura de solidaridad y civismo contra todas las xenofobias.
Publicado en IDEAL de Granada, el martes 16 de Julio de 2019