Teorías nacionalistas

 

Buyng-Chul Han, nacido en Seúl, ha realizado sus estudios universitarios de Filosofía, Literatura alemana y Teología en distintas Universidades de Alemania. Hizo la tesis doctoral sobre Heidegger, y actualmente ejerce la docencia en la Universidad de las Artes de Berlin. En su último libro, La expulsión de lo distinto, analiza las consecuencias patológicas que “la proliferación de lo igual” produce en la sociedad. Terrorismo, nacionalismos, xenofobia, depresión… hunden sus raíces en la “positividad de lo igual”, en “el violento poder de lo igual”.

No cabe duda de que cualquier fenómeno social admite múltiples formas de análisis, desde la  historia, la filosofía, la economía, la sociología… Y todas enriquecen nuestra comprensión de los hechos. Respecto a los nacionalismos, el Idealismo alemán, de Hegel, Fichte, Herder, ofrece la filosofía matriz que los genera: Dios se encarna en el “pueblo” y se manifiesta  en su historia, en sus instituciones, en su lengua, en su cultura… como expresión de su singularidad, como epifanía de la divinidad en ese territorio, frente al resto.  En esta línea pueden ir muchos de los escritos del  Presidente catalán, Sr. Torra. Verbi gratia,  cuando despotrica de los españoles como “bestias con forma humana que se reproducen y viven entre nosotros”, o de la “vieja y noble raza de los socialistas catalanes, extinguida por sus continuos cruces con los socialistas españoles”. ¿Metáforas, Sr. Torra? Ese tropo, de superior resultado estético, lo usa para degradar y animalizar. ¡Qué lejos de las metáforas de Lorca, Juan Ramón, Neruda…! Ellos, como los dioses, a través de la palabra, crearon un universo artístico. Sin embargo, las “metáforas” de Torra recrean un viejo mundo de odio, enfrentamiento, cruzadas en las playas  y exclusión.

Buyng-Chul se manifiesta, citando a Alexander Rüstow, abiertamente contra la ley mercantil neoliberal que genera masas inseguras, “que actúan movidas por el miedo y se dejan captar fácilmente por fuerzas nacionalistas étnicas”. Para él, “quien siquiera tiene un poco de dinero no tiene nada: ni identidad ni seguridad. Así, forzosamente se evade a lo imaginario, por ejemplo, a la idiosincrasia de un pueblo, el cual pone rápidamente a disposición de una identidad. Al mismo tiempo se inventa a un enemigo”. En el caso de Cataluña está claro que es el Estado español.

En esta teoría encontramos inexactitudes. No es la miseria, la pobreza, el estrés de la superproducción neoliberal  los que crean el sentimiento nacionalista catalán, austriaco o italiano, sino la clase burguesa, detentadora del poder económico y cultural, con el sentimiento xenófobo de raza superior  que no quiere mestizajes. Aunque sí es cierto que, en Cataluña,  se han creado un “enemigo imaginario”: España, que les roba y los somete. Y olvidan que los ladrones los tienen en casa.

El surcoreano escribe también que “el nacionalismo que hoy vuelve a despertar, la nueva derecha  o el movimiento identitario son asimismo reacciones reflejas al dominio de lo global. Por eso no es casualidad que los seguidores de la nueva derecha no sólo sean xenófobos, sino también críticos del capitalismo”. Es cierto que entre los independentistas encontramos anticapitalistas, como en Podemos. Pero, al final, todos terminan mamando de la ubre de la vaca, pidiendo préstamos a la Banca, aunque sea a la Caja de Ingenieros.

Es evidente que no debemos desestimar cualquier aportación para comprender la realidad. Pero, la filosofía romántica, que creó el caldo de cultivo de los independentismos del siglo XIX, sigue siendo una herramienta imprescindible para el análisis de la ideología que subyace en parte del pueblo catalán, aunque no sean conscientes de ella. Porque funciona como sentimiento, no como racionalidad. Racionalidad que sí está presente en la Asamblea Nacional Catalana,  en Ómnium Cultural, en TV3 o en Catalunya Ràdio,  como instrumentos de difusión del procès.

(Publicado en IDEAL de Granada, el lunes 28 de Mayo de 2018)

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