España vive políticamente una liturgia de adviento, de esperanza, en tiempo de Cuaresma, porque se ha anunciado la llegada de una “Salvadora”. Peregrina ya entre nosotros, proclamando la “buena nueva”, y el Bautista, Abel Caballero, la presentó en el templo madrileño de la ONCE, el pasado día once. “El once en la ONCE”. ¡Qué mejor fecha! ¡Qué gran eslogan para vender el “cuponazo”!
El mismo día, en la capital de España, el PP ungía en la Caja Mágica, a Rajoy, mago sin magia, con la canción “Resistiré… ”. Y, en Vista Alegre, su pueblo, su gente, abría los toriles al “Toro de la Complutense”, Pablo Manuel, para que siga embistiendo contra el orden constitucional, la historia de este país y todo lo que se mueva a su lado, tanto en el Congreso como en vías públicas.
En el pasado, la historia la escribía y reescribía el pueblo. Historia, literatura, relatos sagrados, eran transmitidos oralmente durante siglos. Se recreaban e idealizaban permanentemente hechos y héroes, que el pueblo veneraba y trataba de imitar. Carlomagno, El Cid, Buda, Mahoma, Cristo, Simón Bolívar… Pero en la era de la “sociedad digital”, cuando la información está “servida a la carta” y al instante a todos y cada uno de los mortales, en cualquier parte del Planeta, la creación de referentes, de modelos políticos, sociales o religiosos está bajo mínimos. Los líderes emergentes son flores que se marchitan, como las del galán de noche, en veinticuatro horas. Lo hemos visto con Rosa Díez, Obama, Pedro Sánchez, recién bautizado, en Dos Hermanas, en la piscina del “No”, Pujol… Sin olvidar a los que fueron inoculados por diferentes virus: Felipe, Aznar, Zapatero…, que pronto han perdido la aureola de la ejemplaridad. Si Rajoy “resiste”, es porque no se expone a las radiaciones de las nuevas tecnologías, con la protección solar de los muros de la Moncloa: Factor 75.
En esta situación “confusa” de una España que nos duele, como a Unamuno, de una España en el tobogán de la desmembración, con problemas de liquidez para las pensiones y los servicios básicos…, se nos anuncia la aparición de una estrella fugaz, que brilla, cada fin de semana, en un escenario circense: Susana Díaz. Meteorito que quieren colocar en la Secretaría General del PSOE, para que irradie su luz y su calor a esta España políticamente oscura y fría. Para que corte el vuelo a dos pájaros de mal agüero, Patxi y Pedro.
El miedo a que entren los radicales en este partido sin coherencia interna ni programa político definido ha provocado que los moderados, dentro y fuera del PSOE, la reclamen. Durante meses han venido inflando el globo de Susana, sin percatarse de la fragilidad de su tejido. En ella encontramos más “pathos” que “logos”, más simpatía que peso intelectual. Por lo que sería el prototipo de la “posverdad”. Política de plazas y mercados, de abrazos por la calle, de besos a los niños en los colegios; la chica que desborda pasión y frases hechas… Susana está cocida en el horno del partido socialista, que mantiene a Andalucía en el vagón de cola de España. “Tengo fuerza e ilusión, tengo ganas y estoy animada. Me gusta ganar”, decía en Madrid. Nunca ha abierto caminos. Avanza por la presión social de las “mareas”: “Tendrán dos hospitales completos, tren soterrado… y navegación por Genil”. ¡Pidan, pidan…, que es el momento, granadinos!
Dicen que el día cuatro será la gran epifanía: se tirará, con manguitos y rosco, a la piscina climatizada de las primarias, que le aderezan Juan Cornejo, Mario Jiménez, Rubalcaba y Javier Fernández. Ojalá no tengamos que cantar: “Un globo, dos globos, tres globos / Susana es un globo que se desinfló”.
(Publicado en IDEAL de Granada, el lunes 27 de Febrero de 2017)