Hermenéutica

La hermenéutica es la disciplina que se dedica a la interpretación de los textos, principalmente sagrados. Cuando un lector actual se enfrenta a la lectura del Génesis, al libro de la Sabiduría o el Apocalipsis necesita el trabajo de un especialista que le facilite la comprensión de la terminología, el contexto y el mensaje que los autores quisieron transmitir en su día. Esto ayuda, si los especialistas son de buen nivel, a que se evite el integrismo dentro de los grupos religiosos, porque el contexto en el que se genera la obra y los destinatarios de la misma no permiten una lectura literal o monosémica.

Si nos vamos a la literatura, se emplea la expresión “crítica literaria” para el análisis de las obras. En este ámbito nos encontramos con que el buen escritor  nunca desvela los múltiples significados ocultos en su creación, porque daría muerte a su “creatura”. Es cada lector quien reescribe la obra, viviéndola, contextualizándola, sin equivocarse, porque se convierte en coautor de la que ya es su propia obra. Las que se han convertido en obras inmortales han sido, y siguen siendo, objeto de estudio y análisis por parte de numerosos especialistas. Lo estamos viendo este año en  el despliegue de trabajos que salen a la luz sobre Don Quijote o sobre  las obras de Shakespeare. Estos trabajos, como el de María Jesús Pérez Ortiz, “Hamlet” o las perturbadoras inquietudes del alma humana, en IDEAL, contribuyen a enriquecer nuestro conocimiento  acerca del personaje arquetipo de la “duda existencial”.

En estos momentos de especial transcendencia para el futuro de Europa y de España nos vemos asediados a diario por otro grupo de hermeneutas: los politólogos o analistas políticos. Una especialidad relativamente moderna, que arranca con Bobbio y Alan Dahl, aunque tiene antecedentes en Platón, Aristóteles y Maquiavelo, entre otros.

Mientras que en un texto sagrado o literario el exégeta trabaja con una serie de elementos o datos ya solidificados, que le permiten ofrecernos un análisis,  del que sacará  unas conclusiones relevantes, buena parte de los analistas políticos se ha instalado en el mundo de la farándula, con distintas representaciones diarias en los medios de comunicación, vertiendo su crítica sobre elementos perentorios e intranscendentes, a falta de contenidos transcendentes: el sentido de las declaraciones de Iglesias de “dejar de ser partisanos para convertirse en ejército regular”; el silencio de Sánchez, tras las elecciones, la interpretación de su disfraz en un chiringuito de Mojácar, feudo de solaz del PSOE, desde los tiempos gloriosos de los Solana y Guerra. Se analiza el orden de los encuentros de Rajoy con los distintos partidos, así como las intenciones de apoyo, o no, a la investidura. Declaraciones de Girauta y rectificación de Villegas, en  Ciudadanos.

Las grandes obras inmortalizaron a sus autores. Por sus obras los conocemos.  Dalí, Cervantes, Horacio, Neruda… Pero nuestros actuales políticos difícilmente inmortalizarán sus obras o, mejor dicho, sus mezquinas obras jamás los inmortalizarán a ellos. ¿Tan difícil es ponerse de acuerdo sobre la normativa que exige hoy el mundo laboral? ¿Hay que seguir dilatando el problema de las pensiones?  ¿Cómo rebajamos el déficit del Estado? ¿A qué nivel hay que situar el Estado del Bienestar con los recursos de que disponemos? ¿Qué artículos de la Constitución es imprescindible modificar?

Un pacto de Gobierno beneficia a todos. Una política de partido es sectaria. Permitir la investidura y no dejar gobernar es peor que ir a nuevas elecciones. El pueblo, llevado por sus instintos es proclive al sectarismo. El político deber ser lo contrario: racional, inteligente, justo e imparcial.

(Publicado en IDEAL de Granada, el día 11 de Julio de 2016)

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