El encierro y la feria

El encierro y la feria

Pepe CORREA

            La movida estudiantil almeriense ha convertido la festividad del patrón de Ciencias en una feria. Feria, por si extensión, que ya se aproxima a la semana. Y feria, por su desarrollo, lindante a lo estrambótico y surrealista.

Quizás el símil más apropiado para una hermenéutica de esta situación sea el de los encierros de San Fermín. Efectivamente, cada mañana, nuestros bravos muchachos esperan, entre nervios y ansiedad, la llegada de un grupo de “cabestros” que los recoge en la puerta del Instituto y los conduce, por un itinerario previamente fijado, de centro en centro.

Los balcones se pueblan de miradas curiosas, entre atónitas y festivas, que contemplan el desenfreno juvenil, la embestida ciega contra paredes y ventanas de los Institutos, contra vehículos de profesores y contra cualquier miembro del claustro a “tiro de huevo”.

Porque nuestros jóvenes le están echando huevos a la feria. Docenas y docenas… ¡Lástima que sean de gallina! ¡Y hasta de codorniz! Me resigno a pensar que presumen de lo que carecen. Pues el resto del año se les ve arrugados, mansurrones, sin fuerza ni trapío para las distintas suertes…

La feria parece ya definitivamente institucionalizada. Su marcha, irresistible… El pretexto, San Alberto. La causa, el hastío. El fin, la huida y la agresión contra los que solemos darles una “educación represiva”. El medio, los huevos. La realidad, preocupante.

(Publicado en LA VOZ DE ALMERÍA, el 17 de Noviembre de 1987)

Comentarios de Facebook:

Deja una respuesta