El TIEMPO
Desde el punto de vista filosófico el tiempo no tiene realidad óntica. Hecho paradójico, pues la temporalidad es uno de los existenciales del hombre y de todo ser creado. Para S. Agustín, el pasado no es, pues ya pasó; el futuro, tampoco, pues no es todavía. El presente está permanentemente dejando de ser, por lo que no tiene entidad. ¿Qué es, por tanto, el tiempo? Simplemente una vivencia interna por la que relacionamos los acontecimientos que puntualmente van sucediéndose a nuestro alrededor o en el interior de nosotros mismos. Para Kant, el tiempo y el espacio son dos a priori de la sensibilidad que hacen posible el conocimiento.
Para Azorín y Machado, esta vivencia del tiempo es lenta y tediosa, monótona como el susurro de la fuente o el caer silencioso de la tarde. La vida discurre, para ellos, circular, pausada, tediosa, soñolienta…
Nuestra sensación del tiempo es distinta. El ritmo vertiginoso con que se suceden los hechos nos acerca a una vivencia rockera, hipertensa: horario laboral ajustado, vencimiento de pagos, exámenes, bombardeo propagandístico, expectativas de futuro…
Pero unos y otros puede que tengamos un entronque nodal común, aunque causado por fenómenos dispares: que el existencial temporal lo vivimos normalmente de forma angustiosa.
Granada, 26 de Julio de 1984