Educación para la ciudadanía

Desde el momento en que, en diciembre de 2006, aparecen los Reales Decretos en los que se establecen los contenidos de la  asignatura de Educación para la ciudadanía,  para Primaria y Secundaria, se promueve un encarnizado debate, a nivel nacional, entre defensores y contrarios a su implantación. La Iglesia y Comunidades gobernadas por el PP, como Madrid y Valencia abanderan una oposición visceral, más que racional. Dicen que “trata de conducir la voluntad de los niños y moldear sus conciencias”. Monseñor Cañizares anatematiza con que es “un ataque a la familia” y con que los Centros que la impartan “colaborarán con el mal”. Y el Sr. Camps establece que en su Comunidad se enseñe en inglés. Se declaran algunas objeciones de conciencia contra las que  el Tribunal Supremo   se pronunciará en 2009.

Según el Real Decreto, esta asignatura busca el desarrollo de personas íntegras y libres, que conozcan sus derechos y asuman sus deberes para ejercer una ciudadanía eficaz y responsable. Pero la LOMCE acaba de suprimirla. Y la Junta de Andalucía anuncia que la va a mantener “para paliar los efectos de la nueva Ley”. Y el Sr. Sánchez dice que la restablecerá, si llega al Gobierno.

Demagogia, demagogia, demagogia… Por los dos bandos. He colaborado en todos los Cursos y Jornadas que los “diseñadores” de la asignatura  han programado en Granada. Han sido bastantes. Y he impartido la materia en 3º de ESO.  Con esta modesta experiencia, voy a hacer algunas breves reflexiones.

La asignatura se imparte en un solo curso, durante una hora semanal.  Si se descuenta la presentación, la prueba inicial,  días de exámenes, fiestas, actividades extraescolares e “imprevistos”, el tiempo real  no superara  las 25 horas. Lo que hace materialmente imposible abordar los cinco bloques temáticos del Real Decreto, desarrollados en nueve Unidades en el Manual de José Antonio Marina.  Con estos datos, ¿alguien puede pensar que se va a domesticar o politizar a los adolescentes? ¿O que, si se suprime la asignatura, dejaremos de tener ciudadanos honrados, demócratas y libres, y se acrecentará el número de Granados, Roldanes,  Bárcenas y Pujoles?

Creo que la Educación para la ciudadanía,  tal y como está  planteada y valorada por los Centros,  no es más que una anécdota en el proceso educativo de un joven.  ¿Por qué antes de hacer un cambio, en cualquier sentido, no se valoran los resultados? Pienso que, como materia de estudio y reflexión, debe estar en todos los cursos, con más tiempo y con profesorado especializado.  Pero no habría que olvidar que todas las materias forman en valores, forman para la ciudadanía, para la democracia, para la solidaridad… De lo contrario, no es educación. ¿Para qué sirve una Literatura, una Lengua, una Historia, una Filosofía, unas Ciencias… si no desarrollan la reflexión y  el espíritu crítico?  Por ello, los Planes de Centro deben recoger las líneas maestras que, en este campo, independientemente de la ideología y las creencias de cada Profesor,  deben seguirse.

Los primeros resultados de que se está educando para ser un buen ciudadano están en el propio Centro. El estado del mobiliario, las pintadas en las mesas y paredes nos muestran el nivel cívico de esos jóvenes. ¿Por qué es imposible que haya papel higiénico en los servicios? ¿Cuándo se organizará  el tiempo de la Educación física de manera que se duchen los alumnos, y no mantengan apestada la clase toda la mañana? ¿Cuándo usarán las papeleras? La puntualidad, el respeto a los compañeros y profesores,  la limpieza en aulas y patios… ¿a qué nivel están?

La educación, la formación ética, instrumentos de humanización, necesitan un acuerdo entre legisladores que sean inteligentes. Si no, que no legislen, porque los docentes van a seguir educando, a pesar de los políticos.

Publicado en IDEAL de Granada (16-3-2016)

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